Parece que fue ayer y pasó ya casi un año desde que sonó el primer silbato. Con sentimientos encontrados, mezcla de alegrías y tristezas, de entusiasmos e ilusiones vamos llegando al final de la temporada. Alegrías por los amigos nuevos que nos regaló EL DE ARRIBA, tristezas por los que seguramente nos dejarán. Entusiasmos e ilusiones por lo nuevo que vendrá. De algo estamos seguros, no se olvidarán jamás de esta, su primera experiencia jugando al fútbol en serio y en el club de sus amores. Así como nosotros, los padres llenamos nuestro espíritu de gozo, viéndolos detrás de la redonda, ellos de a poquito fueron entendiendo, desde adentro, lo que se siente ser apasionados por la sangre y luto. Quizás no los veamos durante un tiempo rodar detrás de la pelota, aunque la ansiedad seguramente será la que convoque algún que otro picadito para matar el vicio y la oportunidad de reencontrarse con el amigo. Gracias a los Sabaleritos por el año vivido, gracias a los profes por haberlos cuidado bien y gracias a los padres por aguantar el sacrificio.
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