Hoy, después de varias idas y venidas, amenaza de escrache público a los pintores y varias alusiones a la rama femenina de sus familias, por fin estrenamos la bandera de nuestros Sabaleritos, con alguna diferencia ortográfica. Gracias al narigón Sánchez y la colaboración de Emilio Zalva, los chicos tienen nuevo trapo. No hay que olvidarse de la primer bandera, la de Laborié, no sea que el gringo se enoje y nos corra con el cinto hasta abajo de la cama.
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